Esta capilla comenzó siendo un oratorio, que fue construido en virtud de una promesa de la Sra. Juliana Gomez de Montiveros, primera esposa de Don Juan Tomás Montiveros. El oratorio fue edificado en 1860 y aunque se trataba de una obra particular “se hizo con el ánimo de que sirviera al pueblo y a los sacerdotes que llegaban por aquellos años a Rio Seco. La imagen de San Juan Bautista fue tallada en madera policromada por un artesano del pueblo: Anselmo Fernandez. También labró el altar, el púlpito, el confesionario y las andas que llevan esta inscripción “ 1868”. Hacia 1870 el oratorio se deterioró y entonces Don Juan Tomás Montiveros lo hizo reedificar. Cuenta la leyenda que Montiveros fue capturado por los federales y arrastrado, según diversas versiones, por un caballo desde Luján hasta San Juan. En ese momento, prometió que si llegaba vivo, erigiría una iglesia en honor a San Juan Bautista, hecho que consumó en 1872, construyendo este magnífico templo. En esa iglesia descansan los restos de Don Juan Tomás, de su primera esposa Doña Juliana Gomez y de su hijo Tomasito fallecido en 1900, un año después del fallecimiento de Don Juan Tomás Montiveros.